El INEGI, la pobreza y los 16 mil perros salvajes que atacaron Terrenate

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Muy oportuno el estudio sobre pobreza multidimensional que dio a conocer ayer el INEGI, no solo para mostrar los resultados de las políticas económica y social del gobierno federal desde 2018, sino también para explicar las tendencias electorales de los últimos seis años en el país y de paso, para darle una bocanada de oxígeno al régimen morenista al que han traído a maltraer últimamente, entre escándalos nacionales y presiones internacionales.
Vamos por partes, como dijo el desvalijador de Iztapalapa. De entrada, el estudio muestra que en 2018 el 41.9% de los mexicanos vivían en situación de pobreza y esa cifra se redujo a 29.6%, lo que significa que 13.4 millones de personas superaron la franja de la pobreza, pasando de 51.9 millones a ‘solo’ 38.5 millones de personas.
El estudio, resumido en 59 páginas es extenso y considera muchos indicadores, conceptos, metodologías, definiciones y demás, que sería largo enumerar aquí y que seguramente serán materia de debate entre especialistas a lo largo de los próximos días, pero básicamente esos resultados provienen de dos factores: el incremento a los salarios mínimos y las transferencias de recursos a través de los programas sociales.
Dos de las políticas, por cierto, más criticadas por personeros del viejo régimen donde la contención salarial era el dogma que se mantenía a capa y espada bajo el argumento de que aumentar los salarios dispararía la inflación, y que los apoyos sociales eran buenos sí y solo sí se otorgaban selectivamente y a cuentagotas.
Hay aún todo un debate al respecto, pero para efetos prácticos -y sobre todo para efectos político-electorales- el hecho de que más de 13 millones de personas hayan mejorado sus posibilidades de acceso a la seguridad social, la salud, vivienda, servicios básicos, alimentación e ingresos superiores cuestiona seriamente lo que se estaba haciendo antes cuando la brecha de la desigualdad se abría progresivamente.
De hecho, en la mañanera de ayer, la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum explicó que los recursos destinados este año para programas sociales rebasan los 800 mil millones de pesos, y para el siguiente se tiene proyectado incrementarlos a un billón de pesos. Y se preguntó por el destino de ese dinero en los pasados gobiernos, sugiriendo que se iban por el caño de la corrupción y terminaban en las cuentas bancarias de un muy, pero muy reducido grupo de favorecidos.
A fuerza de ser incisivos valdría preguntar si eso ya no sucede; si ya no hay corrupción y tampoco privilegiados en el nuevo régimen, y a fuerza de ser sinceros tendríamos que decir que sí, que ambas cosas siguen sucediendo, pero definitivamente hay una redistribución de los recursos que ahora llegan a millones de personas que antes tenían cancelada la posibilidad de acceder a ellos, no para alcanzar el caricaturesco ideal foxista en el que cada mexicano tendría su changarro, su bocho y su tele, pero sí para paliar la obscena miseria que campeaba en el país, y que sigue campeando, pero a la luz del estudio referido, los números se han movido.
Por citar un dato: de 2022 al 2024, si no se estuvieran ejerciendo los programas sociales, la población ubicada bajo la línea de pobreza extrema por ingresos (los más pobres entre los pobres) se hubiera incrementado en 4.6 millones de personas. Eso tiene una lectura desde la perspectiva económica, pero indudablemente también desde la perspectiva política. Son, para decirlo crudamente, votos.
El caso de Sonora es ilustrativo: fue la quinta entidad en el país en reducir los índices de pobreza, pasando de 29.9% en 2020, a 14.11% en 2024. Es decir, 450 mil personas abandonaron su condición de pobreza, y 59 mil de ellas dejaron atrás la línea de pobreza extrema.
Otra vez la cifra es reveladora. 450 mil son más o menos los votos con los que en 2021, Alfonso Durazo ganó la gubernatura del estado.
¿Ven por qué no se puede separar las políticas públicas de los resultados electorales?
¿Y ven por qué se acotan considerablemente las posibilidades de que la oposición, ya con las manos fuera del presupuesto pueda reposicionarse al menos en el corto plazo?
No digo que esté bien o mal, digo lo que es, y lo que es tiene que ver con políticas públicas que combinan salarios justos, programas de bienestar y estabilidad económica que han permitido alcanzar el nivel más bajo de pobreza multidimensional desde que se tiene registro de este indicador, que mide el acceso a derechos sociales como educación, salud, seguridad social, vivienda y alimentación.
Ahí les van unos datos contenidos en el estudio que el INEGI realiza cada dos años: de los tres millones de habitantes en Sonora, 885 mil vivían en pobreza el año 2022 y en 2024 la cifra se redujo a 431 mil, que siguen siendo un chingo, pero esa tendencia no se veía antes. En ese mismo lapso, la población en situación de pobreza extrema se redujo de 104 mil a 45 mil.
La instagramera lectora, el tuitero lector que en la cima de la superioridad genética, moral, intelectual y culinaria no me lo van a creer, pero en Sonora todavía hay pobres y pobres extremos, Menos que antes, pero los sigue habiendo.
¿Estamos en el paraíso? No. La realidad cada rato nos escupe a la cara todo lo que falta por hacer, pero la verdad pura y dura de las cifras nos dice que algo se está haciendo bien por los más necesitados.
II
Se pusieron a chambear con el ábaco algunos a quienes no les daban las cuentas de los 50 mil kilómetros que dijo el delegado del Bienestar, Octavio Almada que había recorrido en su chamba de titular del ejercicio de los programas sociales en Sonora, quien luego subió un tuit en el que precisó que no eran 50 mil, sino 15 mil lo kilómetros recorridos.
Me acordé de mi tío Rafai, de épica vocación por la exageración cuando no por la mentira, que de acuerdo a la tradición oral un día contó la historia de aquella vez cuando Terrenate, su solar natal, fue atacado por 16 mil perros salvajes que bajaron del cerro y acabaron con todo el pueblo.
-Yo me salvé porque me subí a una batanga-, dijo.
Pero uno de sus sobrinos, escéptico hasta la médula y muy duro de convencer así hubiera sido por un estudio del INEGI le espetó, incrédulo:
-Oiga, tío, ¿No se le hace que 16 mil perros salvajes son un chingo?
Y el tío, asumiendo que tal vez le había echado demasiada crema a los tacos, corrigió al vuelo:
-Bueno, a lo mejor 16 mil no, pero unos doce mil sí eran-, dijo, para el silencioso estrépito de la audiencia
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